Verdades y mentiras sobre los antibióticos
Existen numerosas ideas preconcebidas acerca del tratamiento con antibióticos. Son uno de los medicamentos más efectivos para numerosas enfermedades, pero son medicamentos que no hay que tomarse a la ligera y que no se pueden tomar para calmar cualquier dolencia. Además de tener que estar estrictamente recetados por un médico, se tienen que tomar las dosis estrictamente necesarias para el tratamiento. De la misma forma, no se pueden mezclar con bebidas alcohólicas. En este post vamos a ver algunas de las mentiras y verdades acerca de la toma de antibióticos.
«Prohibido el alcohol con los antibióticos»
Verdadero. Es cierto que en determinados casos el alcohol y los antibióticos pueden interaccionar y disminuir la eficacia del fármaco o provocar a efectos secundarios. De todas maneras, la recomendación es rigurosa en casos concretos, como para el metronidazol y algunas cefalosporinas que si se ingieren con alcohol pueden provocar una reacción con sudoración, vómitos y dificultad respiratoria. En otros casos, como ocurre con la eritromicina y la doxiciclina, el alcohol puede disminuir su efecto. En general, es de sentido común no tomar alcohol con los antibióticos, pero no puede afirmarse de forma estricta que sea contraproducente en todos los casos. En caso de duda, el prospecto del medicamento puede aportar más información.
«Antibióticos: producen cansancio y pérdida de apetito»
Falso. Es una creencia muy popular, pero no es cierta. Es verdad que cuando se toman antibióticos se pierde un poco el apetito y se está cansado, pero la culpa no la tienen los medicamentos, sino los gérmenes que causan la infección. Por otra parte, también se cree que el consumo de antibióticos puede ocasionar un aumento de peso; se utilizan en animales de ganadería bajo un estricto control con el fin de mejorar sus rendimientos, ya que facilitan el crecimiento y engorde, y no hay razones para creer que este mismo fenómeno se pueda producir en los seres humanos. Además, parece que el medicamento varía la absorción de alimentos y el metabolismo al alterar el equilibrio de la flora intestinal. Algunos datos también sugieren que pueden interferir en determinadas hormonas que intervienen en el proceso del apetito, aumentándolo.
«Los antibióticos pierden eficacia con el uso continuado»
Verdadero. Esta aseveración es completamente cierta: el uso continuado de antibióticos provoca una selección natural de gérmenes que de forma progresiva se hacen más resistentes. Las personas que toman antibióticos con frecuencia necesitan cada vez más fármacos de mayor potencia para combatir las infecciones. El problema es que no afecta solo al sujeto en particular, sino a toda la población, ya que estas cepas que se hacen resistentes son las que acaban por predominar. En caso de que se necesite tratamiento antibiótico con frecuencia, es conveniente no utilizar siempre el mismo y cambiar de vez en cuando. Siempre bajo control facultativo.
Como hemos visto, los antibióticos pueden ser el mejor (y casi el único) remedio para muchas enfermedades en las que enfermamos por un virus. Pero la realidad es que una de cada dos personas toman antibióticos cuando no los necesitan realmente. Los antibióticos no son remedios para curar una fiebre o un resfriado ya que los microbios se hacen cada vez más resistentes a los antibióticos y con el paso del tiempo tienen cada vez menos eficacia.