Verdades y mentiras acerca del comercio justo
Hoy en día se recurre cada vez más al comercio de proximidad, comprando lo que necesitemos en tiendas de nuestro barrio y de la misma forma, recurrimos cada vez más al comercio justo. Son productos más sanos, con precios para justos para todo el mundo y que por lo tanto, ayudan a que los trabajadores de esos productos sean remunerados de forma justa. El gran problema a la hora de comprar estos productos suele ser la diferencia de precio con el resto de productos que se puedan encontrar en cualquier supermercado: suelen ser más caro. Pero hay que saber que el comercio justo no siempre es más difícil de conseguir o más caro, lo vamos a ver en este artículo.
El Comercio Justo es accesible
El segundo aspecto que se atribuye al comercio justo es la supuesta dificultad para encontrar productos de comercio justo o, más bien, tiendas y establecimientos donde adquirirlos. Pero las ventas aumentan cada año: desde el año 2000, se han multiplicado por cuatro, a un ritmo medio de crecimiento de un 11,4% anual, precisa la CECJ. ¿El motivo? La comercialización a través de empresas convencionales. La mitad de los productos de comercio justo (49,3%) se venden ya en estos canales de distribución.
Para facilitar la accesibilidad a la ciudadanía, a las tiendas tradicionales de comercio justo se han unido supermercados, grandes superficies, locales de hostelería y restauración, entre otros, donde se venden estos productos. El consumidor no necesita trasladarse para conseguir estos artículos, sino que los tiene a su alcance en los mismos lugares donde realiza el resto de la compra. Esta práctica ha permitido el aumento de las ventas en un 33%, al llegar a más personas, pero ha influido en el descenso de la facturación de las tiendas de comercio justo.
De este hecho se derivan dos consecuencias. La primera: se pierde la oportunidad de informarse acerca del valor del comercio justo, «un movimiento que no consiste solo en consumir, sino en estar informado y participar en el avance hacia un cambio global», explica García de Vinuesa. En estos comercios, los ciudadanos pueden recibir detalles sobre el origen de los productos, su elaboración, las comunidades a las que se favorece con la compra, etc. Las tiendas de comercio justo son óptimas para la sensibilización.
La segunda consecuencia, añade Pablo Cabrera, es la pérdida de opciones. «En las tiendas se encuentran productos de comercio justo que no están en otros puntos de venta mayoritarios», apunta. Es notoria la reducción en las ventas de artículos de artesanía, frente a la subida de las ventas de productos de alimentación.
Y aunque la diferencia de precio siempre suele ser la principal razón por la que no se compra productos de comercio justo, hay que tener en cuenta la calidad de estos productos. Si se compara la calidad de un producto de supermercado cualquiera con la calidad de los productos de comercio justo, elaborados con ingredientes naturales, el comercio justo tiene mejores precios. Solo con pararse a pensar el los últimos escándalos alimentarios, cuando numerosos expertos detectaron carne de caballo (entre otras cosas) en numerosos envases de comida preparada nos basta para elegir alimentos de primera calidad de comercio justo.