Parto vaginal: la primera opción
La cesárea se ha vuelto una práctica cada vez más usada pero ¿realmente aporta beneficios reales? El conocimiento científico actual y la ética profesional nos indican que la mejor opción para finalizar un parto es la vía vaginal.
Está claro que hoy en día hay indicaciones claras de cesáreas en situaciones que no permiten el parto maginas, como son la placenta previa, la presentación fetal transversa o el sufrimiento fetal agudo en condiciones obstétricas adversas. También hay otros casos en que la cesárea disminuye los riesgos que conllevaría un parto vaginal, como la presentación podálica, fetos extremadamente grandes, infección por VIH o múltiples cicatrices uterinas.
Pero hemos de tener en cuenta que la cesárea es una cirugía mayor y tiene riesgos asociados a cualquier intervención quirúrgica, tales como infección y sangrado. El argumento de que el aumento de esta intervención trae consigo beneficios para los recién nacidos no es necesariamente cierto, ya que diferentes publicaciones han demostrado que el aumento de la cesárea no se ha relacionado con la mjoría del pronóstico perinatal. También es incierto que el parto por cesárea sea menos doloroso, y el mero hecho de tener una cesárea anterior no justifica que se realice una cesárea nuevamente sin intentar un parto vaginal.
No obstante la cesárea es necesaria; gracias a ella se pueden salvar vidas, pero la práctica de cesáreas de forma generalizada y sin indicaciones precisas es incorrecta.
Dar a luz es un evento muy importante en la vida de una madre. Un gran número de mujeres y familias esperan con ansiedad el momento del parto. El recuerdo del nacimiento de un hijo les acompañará toda la vida, y es en este momento cuando la participación del equipo de salud debe aportar no sólo solidez profesional, sino también calidad humana pues es importante que haya una buena información por varios profesionales y que se tome la mejor elección posible tanto para la madre como para el neonato.