Internet y su buen tino a la hora de darnos resultados
Aunque los políticos nos digan que estamos viendo la luz al final del túnel nosotros, por más que miramos, no vemos nada. Y mucho nos tememos que de existir esa luz nos tocará pagarla en la factura correspondiente, visto el incremento que las tarifas están experimentando. Por eso hoy queríamos poner de manifiesto cómo el mundo de la segunda mano ha ido resurgiendo con fuerzas y posicionándose de la manera más visible, hasta conseguir alcanzar cuotas de mercado de enorme presencia.
El hecho no es novedoso, desde que Internet se creó la gente ofrece y compra sus cachivaches sin problemas de ningún tipo. De hecho ya antes había un intercambio de este tipo, sólo que tenía menor incidencia debido a su carácter analógico. Pero con la entrada de las tres W en el tablero de juego las cosas han cambiado notablemente.
Por ejemplo, hoy en día es posible hallar páginas que ofrecen repuestos de segunda mano (ver sitio web de ejemplo, aunque las hay de todos los tipos, colores y tamaños). El asunto consiste en contactar con una empresa de desguaces que nos ofrece un stock amplio en el que elegir lo que necesitamos. Una vez hecho tal asunto confirmamos la compra, recibimos en casa la pieza (o en un taller que indiquemos) y le damos al coche una segunda oportunidad. Desde luego más práctico no puede ser, y el precio que obtendremos también resultará de lo más adecuado.
Por otra parte tenemos la cuestión de los electrodomésticos y demás aparatos electrónicos, que también han encontrado un hueco en el mercado de lo usado. Parece que hemos traspasado la frontera de la ropa usada o de los coches de segunda mano y nos hemos atrevido a escalar otra posición, lo que nos permite, sin duda alguna, tener a nuestra disposición un montón de productos que son más baratos y que todavía tienen un funcionamiento más o menos adecuado.
Sin embargo toda esta tecnología de ocasión tiene un pequeño problema que tenemos que tener en cuenta sí o sí: la obsolescencia programada. En efecto, hoy en día este problema es muy visible, y nosotros tenemos claro que a causa de él, o por su causa, el buen nombre de algunas casas se ve empañado. No hacemos esta afirmación de manera alocada, basta con escuchar los informes que hacen las organizaciones de consumidores para darnos cuenta de lo mal que huele todo este asunto, puesto que parece que ahora las cosas se hacen para durar un tiempo determinado (entre 8 y 12 años). De esta manera cuando recurrimos a la segunda mano tenemos que tener claras todas estas premisas, aunque hoy en día y debido a la crisis quizá lo único que nos importe es el poder comprar algo a un precio imbatible.