Pensamiento positivo: qué es y cómo se entrena
Dice la conocida ley de Murphy que “si algo puede salir mal, probablemente saldrá mal”. Lo que no menciona es que el efecto también se produce al contrario, es decir, si algo puede salir bien, es probable que lo haga. Todo dependerá de que mantengas una actitud positiva.
El pensamiento positivo consiste en creer en uno mismo y ser optimista, en convencerte de que con trabajo y esfuerzo no hay imposibles. Numerosos estudios coinciden en que hacerlo te acercará a tus objetivos. La razón es sencilla: si crees que algo es posible, trabajas para que se haga realidad; si piensas que no lo es, te rindes y te sumes en la inacción. Una cita de Brian Tracy, conocido autor de libros de autoayuda, lo resume muy bien: “los ganadores tienen el hábito de fabricar sus propias expectativas positivas antes de que ocurra la acción”.
Pero pensar en positivo no es fácil. De hecho, tenemos unos 50.000 pensamientos al día y la mayoría son negativos, repetitivos o del pasado. La biología, y la sociedad, nos predisponen a ser pesimistas. La buena noticia es que se puede adquirir el hábito para hacer justamente lo contrario. Está comprobado que el cerebro es flexible y podemos cambiar la forma en que la mente se enfrenta a las situaciones difíciles.
Como cualquier hábito, pensar en positivo requiere esfuerzo y constancia, pero la recompensa merece la pena. Ser optimista mejora la salud, reduce los niveles de estrés y facilita la consecución de objetivos, lo que en consecuencia contribuye a ser más felices. Y si tú te encuentras bien, los que están a tu alrededor se encontrarán mejor.
A continuación te damos cinco consejos para que empieces a entrenar el pensamiento positivo.
Cambia el lenguaje
Las palabras que utilizamos son más importantes de lo que a simple vista parece: modulan nuestro conocimiento del mundo. Cuanto más escuchas un mensaje, más cerca estarás de darlo por cierto. Para aprender a pensar en positivo, puedes empezar reduciendo al mínimo expresiones que empiecen por condicionales (si hubiera ido, si fuera a) y reemplazarlas por el tiempo verbal indicativo (fui, voy a). Además, háblate a ti mismo evitando frases que lleven ‘no’ y de forma benevolente (no te castigues por los errores, aprecia tus virtudes). También es útil escribir las cosas buenas que has hecho o te han pasado durante el día.
Enfócate en el presente
A Mark Twain se le atribuye la siguiente cita: “en mi vida he pasado por cosas terribles, algunas de las cuales sí sucedieron”. El novelista estadounidense tenía razón: tendemos a adelantarnos a los acontecimientos y pensar en las desgracias que están por venir, cuando muchas de ellas ni siquiera llegan a suceder. Es un tiempo mal invertido que además tiene un efecto nocivo, puesto que los pensamientos negativos debilitan emocional y físicamente. Así que olvídate de lo que aún no ha ocurrido, también de lo que ya ocurrió, y céntrate en lo que estás viviendo.
Haz ejercicio
Los beneficios del ejercicio frecuente son incontables. Entre ellos destaca la liberación de endorfinas, unas hormonas que tienen un efecto analgésico natural y producen sensación de felicidad. Así, cuando sales a correr o entrenas una hora en el gimnasio, te sientes más contento, activo y por supuesto optimista. Ya lo decían los griegos en la Antigüedad: mens sana in corpore sano.
Cultiva la resiliencia
La resiliencia es la capacidad de sobreponerse a las dificultades. En lugar de repetir el típico ‘por qué a mí’, párate un momento a averiguar qué puedes aprender de esa situación que te resulte ventajoso.
Evita la gente tóxica
Las actitudes se contagian, por lo que si quieres dominar el pensamiento positivo te recomendamos que te rodees de gente optimista, alegre y con historias interesantes que contar; gente, en definitiva, que te haga sentir bien.
Al final, la cuestión no es tanto ver el vaso medio lleno en lugar de medio vacío, sino saber que, con decisión y práctica, siempre puedes rellenarlo.